“Todo aconteció una noche como la que a punto estamos de celebrar. ¿Celebrar? ¿He dicho celebrar? Si eso mismo creo que he dicho.
Cuanto fuimos o somos durante nuestro pasado o presente poco tiene que ver con lo que el futuro nos puede deparar. Son esas horas, minutos e incluso segundos que suceden a nuestro tiempo presente y real los que bien pueden cambiar nuestras vidas. Solo condicionarlas o bien marcarlas definitivamente para siempre intentando enterrar para siempre tiempos pasados.
A punto de darse las doce campanadas en el reloj de la Iglesia toda la chavalería se contagiaba y dejaba arrastrar por una tradición, sin arraigue alguno en nuestra tierra, desembarcada recientemente de países anglosajones. “Halloween”.
Macabros disfraces y maquillajes sanguinolentos enmascaraban la inocencia de muchos rindiendo homenaje al horror…al terror…e incluso al mundo del mal. A ese suburbio yaciente al que no convine despertar.
Risas contagiadas por el nerviosismo del susto, no hacían más que ensalzar un mundo disparatado e irreal de quienes se atreven a burlarse de la muerte e incluso de los muertos. Vampiros, monstruos deformes, zombis…todo tipo de personajes que insultantemente comenzaban a adueñarse del laberinto de pequeñas calles que conformaban el casco antiguo de la localidad.
No lejos de allí a escasos cientos de metros de dicha algarabía, en el interior del pequeño camposanto del pueblo, un grupo de personas encapuchadas celebraban un ritual para invocar a los difuntos. Deseosos de superar esa dimensión callada y polvorienta del más allá. ¿Magia Negra? Tal vez fuera. Tan solo tengo conocimiento de que algo terrible debió suceder tras iniciarse el rito.
De aquél grupo de seis personas dicen que una fue arrastrada brutalmente por unas sombras incipientes del mármol hasta quedar engullida por las grietas de una corroída lápida cercana. El resto de ellas intentaron despavoridas salir huyendo abandonando tras ellos los utensilios que habían servido para tan siniestra ceremonia. Frente a ellos. El cancel del cementerio se convirtió en una fortaleza infranqueable destinada a sepultar para siempre aquél absurdo disparate. No hubo salida para ellos.
Dicen que la noche quedo convertida en una pesadilla y que la tradición y la leyenda erradicarían para siempre aquella nueva forma de divertirse en la localidad. Durante horas cuentan las lenguas del lugar que seis encapuchados con harapientos ropajes recorrieron arrastrándose todas las calles como almas en penas, o mejor dicho como almas que llevan al diablo en su interior convertidas en impenitentes, y nadie, ni incluso los más atrevidos supieron poner en pie como a su paso las paredes se tiñeron de sangre dejando a decenas de cadáveres a su paso, y que éstas terminaban por unirse a aquella comitiva que regresaba al camposanto. ¿Hay algo que celebrar ésta noche cerca de ti? ”
¡Feliz cumpleaños, guapísima!
Hace 3 semanas
2 comentarios:
Creo que no hay nada que celebrar este día, incluso creo que no hace ni falta para recordar a nadie que en su vida fuese especial porque ahora en mi vida lo sigue siendo, igual que antes, pero no solo el 2 de Noviembre,si no, todos los días de mi vida y así será hasta que yo vuelva a estar en la suya.
Gracias Tomás, muchas gracias, tus relatos de este día se convierten en un homenaje para ELLAS...Gracias¡¡¡ me ha gustado mucho, me has hecho reflexionar y como siempre aprendo algo más sobre mi misma GRACIAS¡¡¡¡
Un baccio.
Creo que las personas que hemos amado y que ya no estan fisicamente entre nosotros, solo mueren para siempre cuando dejamos de recordarlas, o cuando solo se les añora una vez al año No hay nada que celebrar y mucho menos enturbiar su descanso sin respeto alguno, El relato es espeluznante Tomas
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