jueves, 10 de septiembre de 2009

"SANGRE PATENTADA" (continua en comentarios)



Capitulo , nº 1

La jornada laboral había concluido para el resto de sus compañeros y como cada tarde, Alfredo Villazán, recogía, solo por encima, su alborotada mesa de trabajo, para ir a tomar una infusión de te al bar del polígono industrial, antes de continuar con el proyecto que estaba a punto de dar por concluido tras varios meses de intensa faena en los que había sacrificado tiempo de estar con su familia y algo de salud por terminar a tiempo el encargo realizado por sus jefes para una potente multinacional americana. Alfredo, a un paso de cumplir los cincuenta años era el mayor de tres hermanos de una familia humilde de Zaragoza, que se había esforzado por escalar dentro de su empresa desde que entrara en la misma siendo tan solo un mozalbete que había emigrado a tierras catalanas en busca de fortuna.

Cretovall SL, era una gran empresa creada en los años cincuenta por tres prestigiosos ingenieros industriales procedentes de Tarragona, que supieron aunar esfuerzo y capital para crear espléndidas soluciones que encajaban en las maquinarias industriales de otras importantes empresas europeas y americanas. Los señores, Creus, Torrent y Vall, fueron avanzando desde lo que fue un pequeño taller anexo a dos oficinas en sus comienzos hasta fraguar una de las mayores empresas de diseño industrial y fabricación de maquinas de Europa. Así, Villazán, con casi cuarenta años de empresa a sus espaldas había visto y vivido la transformación del negocio en primera persona, dedicando cuerpo y alma su vida por conseguir aprender un oficio que conjugado con los estudios que cursaba por libre le había servido para adelantar a muchos de sus compañeros en la ardua tarea de llegar a ser jefe de proyectos de la empresa.

Admirado por compañeros y explotado por sus actuales jefes, herederos del patrimonio y la marca fundada por sus progenitores, que menospreciaban sus trabajos con la intención de no perderlo ante otra empresa mejor pagadora, Alfredo, valoraba su trabajo sin importarle demasiado el golpecito en la espalda de sus nuevos patrones. Sabía que era el mejor en su trabajo y así lo demostraba con cada uno de los proyectos que le eran asignados…”