miércoles, 30 de noviembre de 2011

PROXIMA ENTREVISTA

Este Sábado, día 3, en el programa de radio "Luces en la Oscuridad", de Pedro Riba, en Punto Radio. www.puntoradio.com , tendre la ocasión de ser entrevistado para entrar una vez más en el interior de las tripas de "La Mácula Púrpura". Una ocasión realmente buena, através de este prestigioso programa nocturno, para dar a conocer mi obra.

martes, 1 de noviembre de 2011

AL PASO DE UNA FECHA...



(Continuación del relato Dos de Noviembre. Continúa en comentarios hasta su final)



Apartando de mi mente la idea de acudir antes de tiempo a la cita, y soportando la tentación que suponía, al fin llegó de nuevo el mes de Noviembre. Ilusionado, contagiado por el momento mágico vivido junto aquella bella chica de ojos tristes y apagados, me dirigí con paso firme hacia el final de la avenida esperando ciegamente que se repitiera aquél momento.

Aguardé pacientemente sentado sobre el banco que compartiera con ella al arrullo de sus comentarios literarios. La misma muchedumbre. La misma impaciente rebelión de pajarillos, invadía el espacio que truncaría para siempre la paz y el sosiego de mis sueños de escritor.

Miraba y rebuscada por cada rincón sin hallar su presencia. Tras los álamos. Junto a cada grupo de personas reunidas en conversación. Cada recoveco vacío y sin apenas más vida, que los secos setos que acordonaban las aceras. Me levantaba y deambulaba absorto, esperando cruzarme en cualquier momento con ella. Pero, parecía no estar de suerte. Hubo momentos en los que la confundí con otras chicas que paseaban sin reparar en mis curiosas miradas, pero, parecía no estar de suerte.

¿Qué hacía? ¿Había perdido quizás la cabeza? , nada de eso, no podía negarme a la evidencia de haber compartido esos minutos con ella. No fueron alucinaciones, no. ¿Y si era demasiado temprano? ¿Quizás si esperaba un poco más?

La tarde caía, y el frío arreciaba haciéndose notar. La gente, dejaba de pasear y más bien parecía huir del relente y la amenaza de lluvia. La hojarasca, comenzó a serpentear junto a mí como presagio del fuerte aguacero que presumiblemente estaba a punto de estallar. ¿Qué hacer? Esperaré un poco más.

Dejé de dar bandazos de una punta a otra de la acera, y volví a sentarme en el banco. En ese dichoso banco, en el que descubrí que vivimos encerrados en un mundo en el que negamos a diario, incluso con sorna, la posibilidad de poder relacionarnos con aquellos que dejaron de compartir sus días con nosotros en una misma dimensión. ¿Y porqué no cabría la posibilidad de establecer contacto con otra dimensión? ¿O acaso es tan fiero el miedo que nos invade, que somos capaces de negar la evidencia?

Al sentarme de nuevo, volví a mirar a derecha e izquierda. La avenida estaba ya prácticamente vacía, y el vaho de mi respiración, circundaba mis manos esperando que estas entraran en calor. De repente, salte del asiento como un resorte. ¿Cuándo había llegado aquella niña hasta sentarse a mi lado?

Ella sonrió, pareciendo aguantar una risotada al ver mi reacción. No debía tener más de unos nueve o diez años. Vestía de manera actual, con unos pantalones vaqueros, una camiseta celeste y una sudadera de color azul marino de esas que los pequeños suelen utilizar para hacer deporte en sus colegios. En su mirar, la misma carencia de vida que encontré al mirar a mi amiga. Era real. No eran alucinaciones. De nuevo, nadie más que yo en aquél lugar era el agraciado de poder ver vida, más allá de la muerte.