Ahora que dejaron de brotar sin consuelo mis lágrimas por tí, y aparecen más de tarde en tarde, soy capaz de rendirte este pequeño homenaje desde el rincón donde dejo correr las letras del inconformismo y de la rabia por tu perdida. Y aunque no quería dejar pasar la ocasión de dedicarte unas palabras de agradecimiento a tu paso por mi vida, buscaba el momento en el que ese dolor sin calma, que supuso nuestra imprevista despedida, se viese aplacado.
Tú, llenaste de alegría nuestras vidas y fuieste hijo, amigo, confidente y hasta dicen que mascota. Quien tuvo el previlegio de conocerte, de tratarte y hasta de acariciarte no sabe lo que ganó, y el que no, lo que se perdió. Sabes, aún hablo contigo a solas en nuestra habitación y sueño que te paseo como tantos y tantos días que compartimos camino bajo el sol, la lluvia y esos tramos de calles por los que nos conjuntabamos a la perfección.
Y no estoy loco si te hablo, no. Cuesta trabajo pensar que no estás, que no acudas a mis llamadas y tantas y tantas costumbres que hemos compartido juntos. Pero ya estoy bien. Sé que estás en el lugar adecuado. En ese lugar en el que se funden el cielo de las personas y el de los animales. Sé, que estás bien acompañado. Que te has reencontrado con tu novia "Canica", y que te estarás acostumbrando a que sea otro Prieto, el que te pasee sin necesidad de collar y cadena.
Y por eso aquí debemos estar tranquilos y calmados. Porque no se puede tener mejor angel de la guarda, que quién nos brindo con alegría y detalles toda su vida. Te quiero Ricky.