martes, 11 de agosto de 2009

"EL ENCARGO"





El relato, que encontraréis en el primero y el segundo de los comentarios de esta entrada es el que leí el día del encuentro.

4 comentarios:

salmorelli dijo...

“…Había terminado de leer un pequeño libro titulado "El Recreo de Jacinto", que había acompañado mis horas de asueto, cuando recibí una llamada telefónica que iba a romper con mi promesa de no volver a trabajar jamás cerca de mi ciudad natal. La llamada del señor Rey, me hizo recordar el compromiso adquirido con él, años atrás, aquella noche de charla al amparo de unas copas de whisky. De esta manera y sin que recibiera una negativa por mi parte me puse en camino para alojarme en la Posada que regentaba Salmorelli, su mano derecha, para cumplir con la misión de protegerlos de la amenaza que la "Sociedad de la Pluma" había realizado en contra del singular edificio que custodiaba el legado más sagrado de la "Familia".

Tras inspeccionar con detalle cada rincón del hotel, mantuve una reunión con Salmorelli, para especificarle cuales iban a ser las pautas a seguir durante el transcurso del encuentro literario que iba a celebrarse esa misma noche en su establecimiento, y que al parecer podría ser el objetivo de esa alcanforada "sociedad", que manipulaba el mundo de la escritura dentro del panorama internacional, en venganza por los hechos acaecidos meses atrás en la ciudad de Ronda, y que terminaron con la casi desarticulación de los defensores de la "Pluma" debido a la intervención de la "Familia". Para ello, le expliqué que era imprescindible que él desapareciera de escena y que yo, como en mis mejores tiempos, lo suplantara para evitar riesgos sobre su propia persona, sin que ninguno de los asistentes al acto se percatara realmente de que el escritor que tenían frente a ellos era uno de los delincuentes más buscado por toda la policía internacional al que apodaban "El Lince".

Para ello estudié cada movimiento, gesto o mueca del perfil del personaje que iba a interpretar. Afiné, con la ayuda de un diapasón, el tono que más se asemejaba al rugir de sus cuerdas vocales, y engominé mi cabello para encubrir mis numerosas canas. Así, todo estaría previsto para que Salmorelli y yo nos intercambiásemos al comenzar el certamen literario…. (Continua en segundo comentario)

salmorelli dijo...

“…La noche del ocho de Agosto caía sobre Montellano, cuando un ligero sol de justicia se recogía tímidamente por el horizonte de la campiña Sevillana. El salón del Hotel, engalanado con en las mejores ocasiones, conjugaba a la perfección el granate de sus paredes con el color de fondo que emitía el proyector dispuesto por la organización del evento, acogiendo a un centenar de personas en su interior, expectantes por oír mi intervención.

Perfectamente caracterizado y maquillado hasta el último de los detalles, nadie, ni tan siquiera su mujer y sus amigos más cercanos se percataron de las diferencias que pudieran existir entre Salmorelli y un servidor. Tome asiento junto al presentador y levante la vista intentando descubrir con mi instinto felino quien era el enviado elegido para causar el desastre total en el interior de la Posada. Mi pulso se aceleró, pero sin mostrar nerviosismo. Mis sospechas se centraban sobre todos y cada uno de los actores principales del encuentro. Sospechosa me parecía la mirada incisiva y casi tétrica de Lamara, sospechosa me parecía la media sonrisa del escritor de Puerto Serrano cargada de aire juvenil, Desconfianza me inspiraba la ternura de una escritora que se había desplazado para presentar su segundo libro y hasta falsa se me antojaba la complicidad del gesto del presentador que tenía sentado a mi izquierda. Y todo esto por no hablar de la atenta mirada de una seudo periodista, llegada de Barcelona ese mismo día, que se sumaba atentamente a cada relato emitido desde la mesa que presidía el acto. Entonces, tome aire mientras escuchaba las campanadas del viejo reloj de la Posada, y me dispuse a leer el relato que revestía de escritor al "delfín" de la "familia".

Mientras narraba una historia, marcada por el sarcasmo andaluz del siglo de oro, que se desarrollaba en el interior de una hostería en la que no faltaban rufianes, rameras y hasta pintureros toreros de la época, no dejaba de juguetear entre mis manos con un arma secreta que Salmorelli, me había entregado para defenderme sutilmente de un posible ataque repentino. Una pequeña cruz que guardaba celosamente en su interior un diminuto estilete, serviría para sesgar hábilmente y en un abrir y cerrar de ojos la yugular de cualquiera que intentase atentar contra mí.

Pero cual no fue mi sorpresa al terminar mi lectura, aplaudida sin remilgos, y el resto de exposiciones, cuando comprobé que nadie se había atrevido a dar un paso adelante para terminar con la vida del heredero de la "Familia". Ahora quedaba la parte más dura, todos los asistentes se entremezclarían en un cocktail organizado para la ocasión en la piscina del hotel y con ello perdería absolutamente todo el control sobre la situación. Podría pasar cualquier cosa…”

Liliana G. dijo...

¡¡Buenísimooooooo!! Y yo que pensé que el del encuentro de Montellanos era el verdadero Salmorelli...
¡Qué intriga! ¿Sería Lamara quién atentara contra la vida del supuesto anfitrión?

¡Qué se venga la continuación!

Muchos besos.

mari dijo...

SALMORELLI, ¿TE PUEDO PEDIR UN FAVOR? NUNCA NUNCA DEJES DE SORPRENDERME CON TUS RELATOS...SABES QUE SON PARTE IMPORTANTE DE "MI MOMENTO".

UN BESO.