martes, 11 de febrero de 2014

SIN HACER RUIDO...

 De ésta forma, como lo hiciera tú hermana también en su despedida, has querido marcharte, tito. Y te llamo así, porque no puedo entender tu nombre de otra manera, si no es con este apelativo familiar, y aunque tu sangre no corriera por mis venas, siempre te he llamado así cuando he tenido que hablar de ti.

También, la verdad sea dicha, porque no resultarían del todo comprensibles estas letras que te dedico, a muchos de los que tuvieron la suerte de conocerte y tratarte de mi alrededor. Llamarte Vidal, no es lo mismo que hablar del Tito Vidal.

Y es que, aunque no me creas, pese a tu especial forma de ser, tu manera de expresarte a veces, tu aislado comportamiento, siempre justificado por la soledad que te acompañó en muchas fases de tu vida, supiste calar en el corazón de muchos de los que te hemos tratado. Y no solo te hablo de esas personas de las que siempre tuviste la certeza de ello, sino también de otros muchos de los que quizás vayas descubriendo sus nombres por lo que te puedan ir contando por ahí arriba a partir de ahora. Ese es tan solo uno de los privilegios que has alcanzado al llegar a tu grado de paz y de bienestar. La posibilidad de conocer la verdad o la mentira que te haya podido rodear siempre. Además de no perderte ya ni un solo partido que quieras ver, acompañado por un buen botellín fresquito y un paquete de ducados que no se termina nunca.

He de reconocerte, que el silencio en las personas a veces se convierte en toda una virtud frente al disparate de andar hablando sin parar sin decir absolutamente nada que aporte a quienes nos rodean. Tú, con pocas palabras, con un solo gesto o una mirada, transmitías mucho más que esos otros parlanchines vacíos de principios. No hacía falta mucha más conversación, te lo puedo asegurar. Tu sonrisa, tu seriedad...tu forma de poner las manos en la frente...se convertían en detalles transparentes, que nos advertían de sobre tu estado de ánimo.

Por circunstancias compartimos muchas cosas y muchos momentos, y a veces estuviste tu por mi y otras yo por ti. Realmente no era mucho lo que necesitabas tampoco para vivir. Teniendo cubiertas tus necesidades básicas, te mostrabas feliz y sonriente, y al igual que Maripepa, me transmitías buenas sensaciones.

Hablar de tu periplo profesional, ultrajado por el estado tras robarte tantos años de duro y responsable trabajo, comentar tus andanzas durante tantas semanas santas vividas, tus posibilidades reales dentro del mundo del fútbol, dónde quiso poner sus manos hasta el mismísimo Helenio Herrera, de los momentos que atravesaba nuestro Sevilla FC, y de lo mal que le iba al vecino de Heliópolis cuando nosotros colmábamos nuestras vitrinas, así como de las mil y una forma de rellenar una quiniela para luego saborearla al soniquete de carrusel y el sabor de una copita de castellana...conformaba todo un argumentario de charlas en las que poco importaba nada más. Eso, y que tu familia siempre se encontrase bien, como así les demostrate una vez tras otra hasta que pudiste mostrar tu ayuda a todos ellos.

En fin, tampoco quiero entretenerte más, porque no son éstos párrafos que completen las páginas del Marca o el As que te gustaran tanto leer. Solo espero que estés feliz junto a los tuyos y que le des muchos besos a tu hermana de mi parte. Ya sabes que te queremos en casa, y que poco a poco tu sobrina lo irá superando. Los niños saben bien de tu condición, porque de ello nos encargamos nosotros que bien te conocimos. Son buenos sevillistas y apuntan manera de buenas personas que es lo único importante en esta vida, y tu lo fuiste con mayúsculas.


UN BESO, PORTERO. UN BESO, TITO

1 comentario:

Mary dijo...

Te parecera una tonteria pero yo consegui de Ti un encendedor y una sonrisa..un hasta siempre Sr.Vidal y cuida de ella que la extraño mucho.

Os quiero.