lunes, 2 de noviembre de 2009

DOS DE NOVIEMBRE


"El bullicio intermitente se entremezclaba con el contaminante tránsito de los coches que cruzaban por la avenida, mientras la hojarasca propia de esos días otoñales revoloteaba cubriendo los pequeños espacios de silencio que envolvían a la ciudad. En esa mañana tan fría y desapacible, la descubrí sentada en el solitario banco de pintura verde descascarillada que había apostado frente a la estación. Su aspecto juvenil y de apariencia jovial contrastaba con la tristeza que sus ojos reflejaban al mirar fijamente hacia un grupo de palomas que picoteaban apaciblemente en el suelo a su alrededor.

La contemplé durante un largo periodo de tiempo hojeando un libro sin que aparentemente despertara su atención mi presencia en un banco cercano. Su cabello largo y dorado flotaba en el aire frío y persistente que tersaba su semblante con palidez, su ropa, anclada en la moda rebelde de los años setenta con pantalones vaqueros acampanados y camisa floreada disimulaban su extremada delgadez conjugando con elegancia unos rasgos de incipiente mujer que comienza a despertar el interés en los hombres que inexplicablemente no la miraban al pasar junto a ella.

Transcurridos unos minutos más, el espectacular circo que decoraba aquella plaza al final de la avenida pareció detenerse en el tiempo y todo el bullicio de transeúntes y vehículos se esfumó como por arte de magia. Sólo parecíamos quedar la muchacha, las palomas y yo. Absorto en aquél mágico momento me acerqué hasta ella con la curiosidad propia de saber si le ocurría algo, ya que durante todo ese tiempo de espera consiguió transmitirme esa tristeza desde su fija y tierna mirada, rompiendo el sosiego y la tranquilidad que aquella mañana me había empujado a pasear por las calles en busca de releer apaciblemente uno de esos libros por los que jamás pasa el tiempo.

Al acercarme, levantó su cabeza y me miró fijamente sin mediar palabra alguna. En sus ojos no hallé ese brillo característico que puebla las miradas de los adolescentes. Era una mirada perdida y vacía que parecía mirarte sin ningún motivo aparente. Simplemente había llamado su atención como lo hicieron las palomas minutos antes o como lo hubiese hecho cualquier otra persona, animal o cosa que pasara cerca de ella. La idea de que hubiese abandonado su casa y de que estuviera desprotegida y pérdida asaltó mi pensamiento incrementando la firme idea de prestarle mi ayuda o comprensión.

Al preguntarle si se encontraba bien, la chica respondió con un gesto de sorpresa que me confundió plenamente. Una ligera sonrisa se dibujó en su cara y sin contestarme me hizo sitio en el banco para que me sentara junto a ella sin que las palomas se inmutasen al aproximarme. Alargó su mano, fría como el témpano y me arrebató delicadamente el libro que apoyaba sobre mis piernas hasta que por fin se decidió a hablar.

Sus palabras, música suave que despertara ese gris plomizo del cielo, me transmitieron serenidad al tiempo que me preguntaba sobre aquél viejo libro de “rimas y leyendas” de Bécquer que cada primero de noviembre arrancaba gustoso de mi biblioteca personal para perderme en sus letras. Me preguntó sobre mis gustos literarios y mis personajes de ficción preferidos sin que me chocase en absoluto que una joven como ella conociera tanto y de manera tan sutil todo lo referente al mundo de los libros. Me olvidé de mi pretensión de ayudarla y de que realmente se pudiera encontrar en ningún tipo de situación extraña. Durante horas charlamos sobre mi afición a la escritura, sin que importase nada más que aquél momento que el amparo de sus palabras de aliento para que yo continuase con dicho menester, hasta que el sol se fue poniendo y de manera asombrosa la ciudad comenzó a retomar su pulso. Fue entonces cuando me dijo que debía volver a casa. Le pregunté si podía volver a verla, sin que cupiese en ella otra idea de que mi intención era la de volver a conversar sobre las obras de Lorca, Machado, Alberti o el propio Gustavo Adolfo Bécquer, y me contestó que posiblemente sí ya que ella de vez en cuando visitaba aquella plaza que había marcado para siempre su vida.

Ni tan siquiera fui capaz de preguntarle el porqué ni los motivos. La vi marcharse con paso diligente sin que nadie reparara en ella y fue entonces cuando sin saber muy bien los motivos me dispuse a seguirla para conocer de donde procedía y a donde se dirigía. Fue entonces cuando pude desvelar el porque los hombres no deparaban en ella, porque las palomas no se inmutaban, porque esa falta de luz en sus ojos y porque esa frialdad en sus manos. Mi nueva amiga, de la que no conocía ni su nombre, se perdió tras el cancel del camposanto que existía a dos manzanas dejándome completamente desconcertado. Desde entonces he vuelto regularmente a esa plaza en su busca y no la he encontrado. Tal vez hoy, de nuevo dos de noviembre, consiga encontrarme con ella…”

22 comentarios:

Mary dijo...

Yo tambien tengo a alguien que una vez me hablo y siempre vuelvo con la esperanza de que me vuelva a decir algo,se que algun dia volvera...Maestro me a parecido algo precioso,y que te agradezco muchisimo que un dia como hoy lo publiques...GRACIAS DE CORAZÓN.

Un bacio.

Lola dijo...

Maestro, no creo que sea bueno volverte a encontrar con ella. Al leer tu relato he sentido escalofrío en mi cuerpo, me ha parecido la propia muerte la que sentada en el banco del parque te hablaba de escritores y letras.

Muy bueno, un beso enorme.

lilita dijo...

De lo más chevere maestro, usted no deja de sorprendernos. Ni crea que hemos dejado de seguirlo, ambas leemos todo sus relatos, aunque no le dotemos de comentarios. el policial nos tiene en vilo, no tarde en publicarnos otro capitulo y personalmente discrepo con la amiga Lola, la chica de ese parquecito me resulta todo un cielo. No ha que temer nadita. Un beso señor escritor

Anónimo dijo...

El relato cuenta con el ingenio, la sensibilidad de un gran maestro. Mucho tiempo sin verte. Un saludo. Matilde

Marisol Cragg de Mark dijo...

No sé si fué tu intención de dejar -casi en claro- desde un principio que se trataba de una muerta...
En todo caso, te leí con gusto.
Recibe un cordial saludo desde Berlín.

annasunn dijo...

Madre mía se me han puesto los pelos de punnta! Mejor...como dice Lola,no te la encuentres más vale? y a mí no me digas ni de que plaza se trata. A mi me dá algo..

Besitos.

@Intimä dijo...

Ojala cada dos de noviembre regrese alguien que un día le dije adiós.
Me atrapaste desde el primer renglón de tu relato.
Un besito :-)

luciernaga_poeta dijo...

Me atrapó lo diáfano de tus letras, sinceramente me sorprendió el final.
Un texto bello, un placer haberte leído.
Saludos
Cecy

kyungmee dijo...

En primer lugar, gracias por seguir mi blog, sheltersky. He leído sobre algunos de su blog y escribe maravillosamente! Grandes historias y muy visual con el estado de ánimo de influir en el pensamiento! Estoy muy emocionado de seguir su narración. Tengo otro blog llamado, homeiswithin. Es de mis experiencias personales como el adoptado coreana-americana. No, he escrito sobre mis experiencias como un niño más en forma de cuento sobre todo los escritos en julio y agosto. Espero que usted puede comprobar a cabo. Creo que es posible que como ellos, especiamente porque veo que usted también disfrutar de la escritura. Gracias!

apm dijo...

!Que bonito Salmorelli!, con intriga espectral en ciernes y flotando literatura, -poseía, y en mayúsculas-. Yo siento disentir de mis antecesoras y por supuestisimo que quiero que vuelva a la plaza la chica, y que además de hablar de Lorca, Becquer y Alberti, hable también de su historia y su vida.

Un besote, ya sabes, supergordo

Ishtar dijo...

Desde la primera letra me quedé atrapada, en ese banco, con esas palomas, en esa mirada perdida... me encantó leerte, gracias por compartir.

Unknown dijo...

Adoreiiiii seu cantinho...
Bjoooss
=)

MEXICO DF dijo...

Que ternura expresan sus letras, aun tratando un tema como la muerte no arroja angustias ni miedos, realmente brillante salmorelli

Liliana G. dijo...

Atrapante historia Salmorelli, captó mi atención desde el primer párrafo pero nunca se me ocurrió pensar en ese desenlace mágico...
¡Felicitaciones! Las Letras llevan tu nombre.

Besazos, amigo mío.

tejedoraencantada dijo...

Hola, gracias por tu visita, sabes muy interesante tu pagina, te he leido y me encanto, besos

Solecito dijo...

Un relato muy bien elaborado, que me hizo pensar muchas cosas mientras lo leía... Pero nunca pensé que estabas hablando de la muerte!!

Me sorprendió. Me gusto mucho.

Abrazos, ☼

paolav dijo...

Muy propio del estilo de Becker, me hiciste viajar en el tiempo y los pelos se me pusieron de punta, como en la leyenda "la ajorca de oro" que actué alguna vez...

Como el amor que muere a a veces nos visita, van los hombres y las mujeres caminando muertos y a veces nadie los nota, ni las palomas, ni otras gentes ¿cuántos habrán así?

Besos mil

La abuela frescotona dijo...

bella historia de ultratumba, yo no regreso a la plaza, tengo miedo, pobre niña que le habrá pasado en ese lugar

miamigalaluna dijo...

TE QUIERO MUCHO.....

Mary dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José Manuel Díez dijo...

Hermoso blog con hermosos textos. Acabo de hacerme tu seguidor para seguirte más de cerca las actualizaciones!
Un saludo desde Extremadura!
JM

susy dijo...

KE BONITO RELATO.ESTOS SON LOS MIOS LOS KE ME GUSTAN.LOS KE TE PONEN LOS PELOS DE PUNTA.UUFFUUFF YO TANPOCO VOLVERIA A ESE BANCO.DA UN POKITO DE YUYU.HAVER SI TE ANIMAS Y NOS ESCRIBES UNO DE MIEDO.TERROR SUSPENSEect.......besitos