
“CAPITULO Nº 1 (Continúa en comentarios)
…- Vuelva a su asiento, quizás no haya sido una buena idea levantarse de su cama en el día de hoy. Para hacer el ridículo de esta manera, mejor se hubiese quedado acostado. Nos ha hecho perder el tiempo tanto a sus compañeros como a mí. Le exijo una disculpa, y que haga el favor de volver a su asiento.- indicó, el profesor a Daniel Orbegozo, ante la risa generalizada de sus compañeros.-
Daniel, hijo único del potentado empresario madrileño, Silvestre Orbegozo, cursaba su último año de estudios de la carrera de periodismo en la Complutense de la capital de España. Su expediente, inmaculado hasta los compases del curso anterior, se estaba viendo en la actualidad salpicado por los errores continuados que estaba cometiendo en su vida personal.
A punto de cumplir sus veintitrés años, Daniel, aparcó su pasión por el deporte por demostrar a su padre que era capaz de tener una carrera antes de cumplidos los veinticinco. Pese a negarse a estudiar ciencias empresariales o derecho, como deseaba su progenitor para adentrarlo en su emporio, consiguió convencerlo de que primero estudiaría algo que le gustara realmente, y que para su tranquilidad posteriormente realizaría un buen master que le permitiera cobijarse bajo sus alas protectoras, aunque no fuera esa realmente su intención. Lo que deseaba era estudiar periodismo, conseguir el mejor expediente, y ejercer después la profesión que desde pequeño había despertado su verdadera vocación. La investigación y la escritura, eran realmente su pasión desde su infancia. Novelas, películas, artículos de prensa des veladores… permanecían amontonados en su habitación desde siempre. Para poder conseguirlo, Daniel, se sometió a la rectitud dictatorial de su padre, que desde su primer curso universitario lo obligó a salir de casa para compartir piso con un primo suyo venido de Asturias, para estudiar Derecho. Su primo, Carlos, hijo de una prima hermana de su padre, algo mayor que él, procedía de una parte de la familia, digamos que más humilde por no decir del ala pobre de los Orbegozo. Daniel, percibía lo justo para poder pagar los gastos compartidos del piso y poco más para sobrevivir. –Tienes que saber ganarte la vida desde abajo, como hemos hecho todos los Orbegozo.- le dijo su padre al comenzar la carrera.
Pero, pronto descubrió Daniel, que todo aquello no era más que parte de un montaje para llegar a librarse de él. Silvestre Orbegozo, tras separarse de la madre Daniel, al abandonarlos ésta para escaparse junto a un reputado director de orquesta austríaco, cuando su hijo no tenía más de catorce años, comenzó una nueva vida junto a Rosa Alberca, mucho más joven que él, y que hasta entonces había sido su fiel secretaria. Durante los años en que Daniel cursó bachillerato y estuvo compartiendo casa junto a ella, la convivencia se fue convirtiendo poco a poco en una batalla campal en la que su padre siempre parecía tomar partido por la nueva señora de la casa, pero pese a ello, los continuos viajes que realizaban su padre y su madrastra, le sirvieron para soportar estoicamente hasta llegado el momento de comenzar en la Universidad.
Al finalizar las clases, Daniel, salió de la universidad con el tiempo justo para acudir a la cita con su primo Carlos, en uno de los bares más cercanos a la Complutense. Allí, lo esperaba éste acompañado por dos compañeras para tomar café y hacerle una propuesta que comenzaría a cambiar su vida para siempre…”