"Como
cada año, Manuel, tras repasar una y mil veces mentalmente las
novedades que iba a llevar a cabo en el montaje del Belén de su
casa, se acercó a repasar las figuras y diferentes escenarios que
había ido amontonando a lo largo de los años en numerosas cajas de
cartón. Contaba con tanto material, como para montar una decena de
ellos pero el espacio del que disponía para montarlo era algo
reducido, por lo que año tras año alternaba unas con otros
consiguiendo que siempre resultara completamente diferente al
anterior. Todo, excepto el misterio, que hubo heredado de sus abuelos
y que marcaba ciertas pautas a la hora de hacerse con nuevos
elementos, que resultaran acordes en la decoración final.
Manuel,
había heredado la afición de montar belenes de su abuelo materno
Julián. De pequeño le ayudaba a él, hasta que éste falleció, y
desde entonces pareció tomar el mando de la familia en estos
menesteres, y continuó siendo el encargado primero en casa de sus
padres junto con el resto de hermanos y más tarde, cuándo creó su
propia familia, cada ocho de Diciembre, junto a su mujer y
posteriormente junto a sus propios hijos y nietos.
El día
de montar el Belén en su vida se había convertido en mágico. Todo
era un ritual. Manuel, festejaba cada paso que daba reunido con sus
familiares. Pero, ahí de que aquél que intentara meter sus manos en
el montaje o una vez terminado, opinando desde la distancia o
queriendo justificarse. Se podía ver, pero no tocar, pese a las
contrarias opiniones de quienes hubieran hecho o puesto de una u otra
manera una vez ultimada su decoración. -Di que vas a montar el Belén
y no que lo vamos a montar.- era la indicación más repetida por sus
familiares , generación tras generación, pese resultarles a la
mayoría un auténtico coñazo el montaje.
Pese a
ello, Manuel, siempre con la sonrisa en la cara, les convencía de
que lo dejaran trabajar. Terminado su trabajo todos se alegrarían de
tener el Belén más bonito del vecindario montado en casa.
Manuel,
disfrutaba con ello. Con la ubicación de los parajes y pasajes
decorándolos con los corchos a modo de sinuosas montañas,con el
río con su caudal gracias a una pequeña cascadas, las luminarias
repartidas realzando ciertos lugares, los diferentes tonos de la
tierra desde el verdoso pegado al río al más árido ocre pasando por
el marrón que les separa. De manera estudiada, colocaba las figuras
llenándolas de vida según la ubicación pensada para cada una de
ellas, y así conseguía, valga la redundancia, crear un pequeño
pueblo con vida lo más asemejado a un remoto recodo de la zona en la
que vino al mundo Jesús.
Pero
alguien, el más pequeño de su casa, su nieto Luis, le iba a poner
patas arribas esos argumentos de continuar trabajando en soledad en
dichos menesteres belenísticos, mientras que el resto de la familia
tenía que permanecer en un segundo plano hasta que llegaran sus
reconocimientos.
- Y ya está. Terminado un nuevo año nuestro Belén familiar. ¿Os gusta? -preguntó el anciano, mientras todos asentían contemplando la maravilla creada.-
- A mi no.- Acertó a decir el pequeño Luis, para sorpresa del resto de sus hermanos, primos, padres y tíos.-
- ¿Cómo? ¿por qué no te gusta Luis? -replicó su abuelo sin perder su eterna sonrisa de condescendencia.-
- Ven abuelo te lo voy a explicar.-contestó el pequeño lleno de inocencia queriendo justificar su desaprobación.- ¿Ves? -preguntó señalando al niño Jesús.- Pese a querer que creamos que nació solo, el niño Jesús, no lo estaba. Mira junto a él, sus padres, pastores, los reyes magos, los animalitos...mira cuanta gente.
- ¿Y por eso no te gusta? No te entiendo Luis.-volvió a indicar su abuelo.-
- Lo que digo...-dijo paseando de un lado al otro del tablero, ante las sonrisas y miradas de los suyos.- Lo que digo es que todos están haciendo algo. Unos cortan leñas, otros pescan, otros traen el rebaño, otras lavan en el río.-añadió repasando los personajes del Belén.- incluso este que está escondido y agachado participa en el Belén.
- ¿Y?
- Pues que no está bien que cada año seas tu el único que montes el Belén, mientras los demás miramos. Todos podríamos ayudar, como lo hace cada figura del portal.
- Pero tu abuelo lo hace muy bien.-intervino su madre, queriendo zanjar aquella tensa situación.-
- Pero si permitiera que cada uno le ayudásemos si que sería el Belén de la familia.-afirmó tajante.- Abuelo, mira, la navidad y todo lo que la rodea es para unir a la familia, ¿y que mejor manera que cada uno pusiésemos nuestro granito de arena para ayudarte a disfrutar de montar nuestro Belén?-añadió, mientras el resto de la familia se mantenía en silencio.-
- Llevas razón Luis.-contestó comenzando a quitar figuras.- Lo desmontaremos y tú empezarás a ayudarme a montarlo de nuevo.-
- Pero ¿Y el resto de la familia?
- Nadie pareció estar interesado en hacerlo, durante todos estos, Luis.
3 comentarios:
Este cuento de navidad me ha gustado mucho y esque estaría contándote todo lo que en mi casa se liaba por estas fechas, ahora procuramos que siga la tradición en casa y sobre todo que la ilusión no falte....Luis tiene mucha razón pero el abuelo a mantenido esa ilusión año tras año desde su niñez y ahora su nieto seguirá la tradición sin duda y con toda la ilusión de un niño orgulloso de montar el belén con su abuelo.
PRECIOSO PRECIOSO, ME HA ENCANTADO GENIAL...¡¡¡¡¡
Un Baccio.
Que bonito , y cuantos recuerdos me ha traido, la ilusion de ese abuelo montando el belen , como muchos de nosotros hemos echo tantos años,con delicadeza, intentando que no falte detalle alguno, a veces ante la atenta mirada de los pequeños, que arden de ganas de poner su propia firma, llenos de emocion , ojala esta tradicion no se pierda nunca ,
Presioso my emotivo, sentimientos encontrados en estas fechas.
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