PREGÓN XXIX SEMANA SANTA DE MONTELLANO 2015
(22-03-2015)
(22-03-2015)
"...Y sonará una última
levantá. Una levantá que servirá para cerrar y dejar atrás todas esas noches en
vela. Noches que se emborracharon con incienso tejiendo negras mantillas de
silencio y sones cofradieros, que embriagaron las paredes de la vieja casa
remozada... Que cobija al visitante y se convierte en Hostería de peregrinos
que vienen y nos visitan, dejando sus buenos deseos por esos caminos que muy
seguramente lleven directamente hasta Dios, porque nacen del espíritu y al
espíritu han de llegar.
Rosario de Montesión, Mi
Amargura, Triana de Esperanza, Madrugá...pétalos de una flor desojada, hasta
llegar a soñar con Soleá dame la Mano, que dejaron sus alfombras de acordes
para quedar cosidos por siempre al corazón del pregonero.
Apuntes borrados,
desechados o simplemente desestimados, que bien hubiesen dado de si para
construir otro pregón. Noches cargadas de fría soledad en las que mientras
escribía tuve tiempo fugazmente para fruncir el ceño ante el dolor, el
desapego, el desamparo y la traición... tras desenmascarar, fotograma a
fotograma, a todos esos Iscariotes que andan sueltos pese haber transcurrido ya
más de dos mil años, alimentándose del prójimo sin poner vallas ni barreras a
sus conciencias ni al tiempo, pero noches sobre todo en las que disfruté con la
sonrisa arrancada de mis labios, tras tomar rumbo hacia esa isla de mi memoria
en la que me encontré con el botín de las lágrimas de la nostalgia y de esa
cera derretida de tantas y tantas estaciones de penitencias ya cumplidas,
viajando por el verso hasta esos bellos momentos que ensancharon un día mi
túnica con los momentos compartidos también con muchos de vosotros. Recuerdos
de aquél montaje y ensayos de una misa cofrade a la que poco costó poner
algunas de sus letras, junto a ustedes amigos del coro Azahares, todo un
placer. Arrastrar y convencer a Julio Vera hasta ver montada la marcha
“Hermanos del Costal” y desfilar junto a los marineros de la calle Pureza por
las calles de Montellano, un sueño cumplido. La magia de las tertulias cofrades
en la Posada, bajo el paraguas de las ondas de Radio Montellano, momentos
irrepetibles. Contar junto a ti Chiqui los “pasitos” que cabían dentro de una
marcha por la calle Matahacas hasta llegar a las puertas de la Ermita, toda una
aventura de madrugada con exquisita recompensa. Y dedicar aquellos primeros
versos a un ángel que tan pronto se fue y al que no llegué a conocer...una
punzada certera dentro mi ser, allí donde lo inexplicable se hace reproche y el
reproche sumisión misericordiosa para el cristiano, tras comprobar el ejemplo
de iglesia rendido por sus padres.
Escribí
y volqué mis sentimientos en tu pregón de Semana Santa, Montellano. Con el
firme y decidido convencimiento de estar a la altura de tu reclamo, y arrancar
de tus cofrades, mucho antes que unos sinceros y emotivos aplausos, sus raíces
y sentimientos cofrades y cristianos, e intentando también dejar abierto con
decoro el pasillo que servirá para ser pisado por la persona en la que recaiga
la gracia de pregonar tu próxima Semana Santa.
Y desde este atril de los
sueños en el que quedo atrapado para siempre, agradezco la jovial cosecha de
ánimos constantes que desde el minuto uno recibí. Esos deseos recomendados de
que fuera yo mismo en mi pregón y que lo disfrutara sin prisas, ya que en un
suspiro termina aquello que con tanto amor se cocina y condimenta...y se escapa
de nuestras manos sin habernos dado cuenta.
Durante la siembra de
poemas imposibles en los que el narrador intentó hacerse poeta, me sentí
respetado, elegido e incluso revestido por esas falsan túnicas que terminan por
elevar nuestros pies del suelo y a las que debemos planchar y guardar en el
cajón entreabierto de las vanidades, para revestirnos tan solo con las únicas
prendas que han de servir al cofrade y al cristiano. Revestirnos con esa misma
túnica que vistió Jesús de Nazaret, para ir pregonando por cada rincón su
palabra con humildad y caridad.
Y
volverá a sonar el martillo y día a día se acercará tu Gloria Señor, con esa
explosión de júbilo que dará paso a una Pasión desmedida y que será vivida de
manera singular por el cofrade de bien. Ese mismo bien, que depositaron en mis
hermanos Juan, Carmen, Inma, Ana... y en mi, Mamés y Concha, nuestros padres.
Gracias Mamá y gracias Papa. Y ese mismo bien que pretendo depositar también en
vosotros Yassin y Álvaro con la ayuda de vuestra madre, amiga, compañera y
esposa María Victoria y de vuestro abuelo Antonio, patriarca incondicional de
nuestro hogar.
Y ahora...silencio...que
vuelven a llamar.
Flexiono mis
piernas lentamente,
pausadamente,
y acomodo mi cuello
al palo
con la cuna del
costal satisfecha
de haber entregado
hasta mi último esfuerzo.
Esfuerzo y penitencia
que entrego a ti
y siempre a ti.
Repetidos golpes ya
sonaron...
¡Dulce nombre de
María!
Que al pregonero
también avisaron.
Y ahora... ¡Un
primero Amargura!
¡Dos! Y mis piropos
se elevan a ti ¡Dolores!
Por enredaderas de
amor sin costuras.
¡Tres! Y recojo el
final del madero
para ayudarte a ti
¡Gran Poder!
Como hiciera Simón
el de Cirene al portar contigo el crucero.
Y con una levantá a
pulso...
yo te elevo...
Cierro mis ojos...
Y a ti dirijo mi
oración penitente y costalera.
¡A ti...! que estás
siempre en mi alma presente
siempre vivo,
siempre atento a mis suplicas.
¡A ti...! que
desatas mis pasiones cada Viernes Santo.
¡A ti y solo a ti!
¡Rey de Reyes e
Hijo de la Amargura!
¡A ti y solo a ti!
Tu mi Cristo, que
me hiciste pregonero.
¡A ti y solo a ti!
Al que estas letras
de pregón esta mañana entrego.
¡A ti y solo a ti!
Que eres Cristo, Tu
mi Cristo...
¡Mi Cristo de los
Remedios!
HE DICHO
(Dixi Ego)
(Fragmento final del pregón)